“Pocos ponen en duda que Tánger es una de las grandes ciudades
literarias del mundo. No hace falta echar mano de la erudición ni tan siquiera
de la memoria básica de cualquier lector para demostrarlo. Lo de Barthes,
Beckett, Burroughs, Bowles, Capote, Genet, Ginsberg, Goytisolo, Kessel, Morand,
Gertrude Stein, Tennessee Williams y Yourcenar, ese puñado de escritores que,
entre otros, pasaron por allí en los últimos cien años (…)
Podría decirse de los poemas de Café Hafa que son páginas de un
diario de viaje donde se entremezcla la vida personal con la visión de aquello
que se pone delante de los ojos. Todo es asombro, extrañeza, perplejidad. Y,
por paradójico que parezca, naturalidad porque se da fe de hechos que surgen de
la cotidianeidad, poco importa que sucedan en lugares, para nosotros, exóticos.
Sí, estos hermosos poemas reflejan su vida en la ciudad a modo de
diario. Son versos evocadores, cálidos y cercanos, que se adaptan muy bien al
tono sereno y como perdido en el tiempo, intempestivo o anacrónico, del enclave
que describen. Sus calles tortuosas, sus famosos cafés, sus zocos o sus cines (…)
"Vine a este territorio de marinos sin brújula, / a esta
ciudad de espías reencarnada en sus mitos", leemos en el libro. Es verdad.
A ese puerto, tan cercano como remoto, más allá del espacio y del tiempo, no se
puede ir con un plan preconcebido. Todo es azar. Lo que nos espera no logra
ser vaticinado. Cualquier sospecha sobre lo que nos pueda ocurrir será en vano.
A esa deriva dedica Verónica Aranda sus versos. Son el reflejo de la
perplejidad. La muestra de una trágica o feliz sucesión de asombros. En Tánger,
desde la extrañeza, uno es otro.”
Álvaro
Valverde
(Fragmentos del prólogo a
Café Hafa, Editorial El Sastre de Apollinaire, 2015)
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