jueves, 3 de noviembre de 2011
lunes, 10 de octubre de 2011
Intemperie
Fotos: Gala
El haiku volvió a sus raíces y recobró su esencia a la intemperie. Viento, árboles frutales, flauta oriental, pájaros. Gracias a todos los que me acompañastéis en el parque del Emir. A todos los que camináis a mi lado por esta senda de sauces.
II
Sin ataduras
tenderse a la intemperie
de los cerezos.
Verónica Aranda
Senda de sauces. 99 haikus (Amargord, 2011)
miércoles, 5 de octubre de 2011
viernes, 30 de septiembre de 2011
"Senda de sauces (99 Haikus)", mi nuevo poemario
PRÓLOGO: Recortes de eternidad Alicia Andrés Ramos
“No sigas las huellas de los antiguos. Busca lo que ellos buscaron”, predicaba el maestro Matsuo Basho a sus discípulos. Este es el camino creador de Verónica Aranda, una senda despojada de artificios, casi ascética, que discurre cercana a la de los haijin clásicos no solo en los aspectos formales sino también en la humildad de su mirada. Consciente del principio zen que reza que una mota de polvo contiene a la Tierra por entero, la autora detiene su paso ante ínfimos detalles que revelan un sentido de eternidad. El sonido de unas ajorcas, la luz derramada sobre una espiga, una luciérnaga sobre el brocal de un pozo, el rojo sanguíneo de los crisantemos. Cada haiku es el retrato de un instante, insecto fugaz que rompe la permanencia. Diecisiete sílabas con atmósfera propia que traspasan la frontera del papel escrito para convertirse en una experiencia sensorial. En este libro encontramos poemas que rozan lo pictórico esbozando con tres trazos la escena de un monje desnudo sobre un lecho de lirios o la sangre rodeada de flores de un ciervo herido. Otros son el aroma envolvente de una pipa de kif o el tañido de un oboe que se entrevera en las copas de los pinos y nos seduce a través del oído.
No obstante, este goce de los sentidos no conduce a un esteticismo vacío. La poeta asume en sus versos que la belleza es una flor contradictoria que hunde sus raíces en praderas y estercoleros. De la paradoja surgen algunos de los destellos más brillantes de esta senda que Verónica Aranda encierra en poemas esféricos entre cuyos elementos se produce una suerte de catarsis. La deformidad del leproso se mezcla en su escudilla con las flores de hibiscus, un viejo eunuco acuna la vida sin amputar del recién nacido y las cometas sobrevuelan los barrios humildes, ajenas en su ingenua alegría a la pobreza.
A través del ojo de cerradura de cada poema contemplamos, hipnotizados, la alquimia de estas imágenes. La brevedad del haiku tiñe el poema de incertidumbre. Sus tres versos entablan un diálogo entre lo visible y lo invisible que nos lleva a un territorio liberado del simbolismo del lenguaje. Nuestro peregrinaje por la Senda de Sauces llega aquí a su tramo más intangible. Tras la persiana de palabras se extiende un paisaje donde el silencio es elocuente. El viajero solo dispone del hilo de un poema para comprender un gesto ceremonioso, una noche solitaria, un desasosiego. Estados anímicos que, en ocasiones, se identifican con la Naturaleza que los envuelve. La nieve puede ser incertidumbre y una aurora de Asia la última esperanza. La haijin camina con discreción, sin interponerse entre el poema y nuestra mirada. ¿Qué pesada culpa carga el enfermo sobre su costado? ¿De dónde nacen los desasosiegos que refleja el aljibe? ¿Qué destino aguarda a la niña albina que cruza un campo de colza? Soledad, aislamiento, lejanía. Suenan en el aire las palabras no escritas y el lector ha de prestar oídos a la voz inacabada que desvela el enigma del haiku.
Escribir con esa tinta invisible no es tarea fácil y su aprendizaje forma parte de un camino purificador en el que confluyen vivencia física y espiritual. En este sentido, la más larga travesía puede durar un paso y viceversa. El confucianismo, una de las raíces filosóficas del haiku, afirma que “los peces están hechos para el agua y los hombres para el camino”. El viaje, siempre presente en la obra de Verónica Aranda de uno u otro modo, desgrana en esta vereda la simiente de tierras lejanas. Algunas, como la India , fueron patria temporal de esta poeta en tránsito y su sabor especiado impregna las páginas de este libro. Monzón, cortes de luz, lonja de Goa, niños jugando en lodazales, segadoras con saris descoloridos. En otros haikus resuenan los ecos arábigos de la llamada a la oración o los hammanes de barrio añadiendo fragmentos al mosaico que Senda de sauces despliega ante el viajero. Partículas poéticas que vibran en el aire cambiante de las estaciones y nos transportan al momento que la poeta recortó con su mirada. Si como decía Octavio Paz en La tradición del haiku “viajar no es morir un poco sino ejercitarse en el arte de despedirse para así, ya ligeros, aprender a recibir", es evidente que la poeta ha cultivado este oficio a lo largo de países y años hasta destilar en esta obra la esencia de lo cotidiano. No en vano el haiku es el género del desprendimiento.
De las lluvias constantes de la primavera a la nieve cayendo, copo a copo, haiku a haiku, sobre las páginas del invierno. El ciclo de lectura de estos noventa y nueve poemas siempre recomienza así como las estaciones giran infinitamente sobre los campos. No hay lugar para la nostalgia en el presente continuo de un haiku. Ocurre aquí y ahora, renovándose cada vez que volvemos sobre sus versos. La poeta sabe bien de lo interminable de este viaje y atesora lo único que el tiempo no podrá arrebatarle: instantes.
“Siempre en camino/rastros de cien ciudades/en mis sandalias”
Verónica Aranda, Senda de sauces (99 haikus), Ediciones Amargord, Madrid, 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
RYÔKAN
Hiroshige
DAIGU RYÔKAN (1758-1831), también llamado “el poeta de la compasión”, fue escriba, haijin, monje zen medicante. Vivía en una pequeña choza al pie de una montaña. Su obra es considerada la síntesis de poesía y conocimiento, un conocimiento del que la palabra puede valer como el silencio. En uno de sus poemas más logrados, el poeta reflexiona sobre su existencia sencilla y aislamiento:
Mi cabaña está en lo más profundo del bosque,
Cada año las malas hierbas crecen más recias.
Sin noticias de los asuntos del mundo.
A veces el canto lejano de un leñador.
El sol brilla y remiendo mi ropa.
Cuando sale la luna, leo poemas zen.
No tengo nada que deciros amigos mios,
Pero si quereis comprender
dejad de correr tras tantas cosas…
Cada año las malas hierbas crecen más recias.
Sin noticias de los asuntos del mundo.
A veces el canto lejano de un leñador.
El sol brilla y remiendo mi ropa.
Cuando sale la luna, leo poemas zen.
No tengo nada que deciros amigos mios,
Pero si quereis comprender
dejad de correr tras tantas cosas…
Transcribo dos haikus de Ryôkan que hacen referiencia al verano:
Noche de verano.
La pasé en vela
contando pulgas.
La pasé en vela
contando pulgas.
Lavo el puchero
y se mezcla mi ruido
y el de las ranas.
miércoles, 13 de julio de 2011
LAPIDACIÓN
LAPIDACIÓN
Leo la prensa en un viejo café:
una vez más Irán en el punto de mira,
en el rostro velado de Sakineh Ashtiani,
amenazada de lapidación.
Lapidación, según el diccionario
es “matar a pedradas,
género de suplicio usado antiguamente”,
que se remonta a tiempos primitivos,
cuando el hombre habitaba las cavernas
y salía a la caza del bisonte.
¿Dónde está aquella Persia de los místicos
que cantaban al vino?
¿Qué fue de aquella Persia que fundó las ciudades,
inventó el ajedrez, la medicina
y vio las caravanas de Isfahán
rebosantes de ambar?
Ni siquiera el Corán
menciona la palabra lapidar.
Sakineh fue acusada de adulterio;
yace hacinada en una celda lúgubre
al noroeste de Irán.
99 latigazos
laceraron su cuerpo.
El azote precede a la pedrada
sobre el cuerpo enterrado hasta los hombros.
¡Tiren los jueces la primera piedra!
Hoy todas las mujeres se llaman Sakineh.
En la carne el impacto de las piedras medianas.
Las noche de los tiempos en sus rostros informes.
Verónica Aranda
miércoles, 25 de mayo de 2011
Otro poema de actualidad: Celso Emilio Ferreiro (1912-1979), un clásico de la literatura galega.
NON
Si dixese que sí,
que todo está moi ben,
que o mundo está moi bon,
que cada quén é quén...
Conformidá.
Ademiración.
Calar, calar, calar,
e moita precaución.
Si dixese que acaso
as cousas son esí,
porque sí,
veleí,
e non lle demos voltas.
(Si aquíl está enriba
i aquil outro debaixo
é por culpa da vida.
Si algunhos van de porta en porta
cun saco de cinza ás costas
é porque son unhos docas).
Si dixera que sí...
Entón sería o intre
de falar seriamente
da batalla de froles
nas festas do patrón.
Pero non.
NO
Si dijese que sí,
que todo está muy bien,
que el mundo está muy bueno,
que cada cual es cada cual...
que todo está muy bien,
que el mundo está muy bueno,
que cada cual es cada cual...
Conformidad.
Admiración.
Callar, callar, callar,
y mucha precaución.
Si dijese que acaso
las cosas son así,
porque sí
y ahí están
y no le demos vueltas.
(Si aquel está arriba
y aquel otro abajo
es por culpa de la vida.
Si algunos van
de puerta en puerta
con un saco
de cenizas a cuestas
es porque son
unos estúpidos)
Admiración.
Callar, callar, callar,
y mucha precaución.
Si dijese que acaso
las cosas son así,
porque sí
y ahí están
y no le demos vueltas.
(Si aquel está arriba
y aquel otro abajo
es por culpa de la vida.
Si algunos van
de puerta en puerta
con un saco
de cenizas a cuestas
es porque son
unos estúpidos)
Si dijera que sí...
Entonces sería el momento
de hablar seriamente
de batallas de flores
en las fiestas del patrón.
Entonces sería el momento
de hablar seriamente
de batallas de flores
en las fiestas del patrón.
Pero no.
Celso Emilio Ferreiro, Longa noite de pedra, 1962
martes, 24 de mayo de 2011
Apología y petición
Un poema de Jaime Gil de Biedma muy de actualidad. ¡Todo un visionario!
APOLOGÍA Y PETICIÓN
¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
De todas las historias de
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.
Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.
Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.
Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
Jaime Gil de Biedma, Las personas del verbo.
domingo, 22 de mayo de 2011
SONETO 15 M
SONETO 15 M
Casi cinco millones de parados,
ingenieros buscando en la basura,
mileuristas huyendo de la usura,
hambre, tedio, hipotecas, embargados.
Un tropel de mendigos ilustrados,
becarios con cuarenta, la futura
incertidumbre, emigración, locura:
sin pensión, sin vivienda y explotados.
En la puerta del Sol el pueblo acampa,
cuando la indignación hace la fuerza
y gobierna el corrupto y el banquero.
Por una democracia real, sin trampa,
por que los ideales no se tuerzan
y cese la injusticia, el aguacero.
Verónica Aranda
viernes, 29 de abril de 2011
Plaza Xemaá-el-Fna, Marrakech
Meditación del vacío, un texto de José Ángel Valente. Mi humilde homenaje a las víctimas del atentado de ayer en el café Argana de la plaza Yemaá-el-Fna de Marrakech. El autor de la masacre podría ser de uno de los 148 presos políticos liberados el pasado 14 de abril por indulto o gracia real de Mohamed VI, algunos de ellos con antecedentes terroristas o extremistas islámicos (uno de ellos ya atentó el 15 de abril, al día siguiente de ser liberado, en el Café Hafa de Tánger causando la muerte del joven estudiante Hassan Ziani), a los que no les interesa nada el cambio democrático y la ola de revoluciones que recorre el mundo árabe.
Meditación del vacío en Xemaá-el-Fna
A Juan Goytisolo
A C., que me condujo
Todas las guías mienten. Nos mienten nuestros propios sentidos. La plaza es la plenitud del color, del olor, del movimiento: la extrema tensión de la vida hacia su punto de explosión. Los círculos se hacen y deshacen y vuelven a hacerse como las formas del humo o las nubes. Hirvientes, el color y el olor. Y, a la vez, todo puede ser visto como desde el umbral de un sueño, sin penetrar en él, y puede todo quedar de súbito borrado. La plaza es, repentinamente, la multitud y su vacío: la desaparición de todos, de todo y del que mira.
”A este lugar de frenesí y de placer -dice un viejo libro- se le da el nombre de Xemaá-el-Fna, la plaza de la destrucción” ¿Qué destrucción? El sol de la tarde en su descenso va deshaciendo las figuras y las borra. Luego, borra sus sombras. Fna-el-fna: primero, la desesperación o la extinción; después, la extinción de la extinción. Con toda la multitud dentro, no visible, quedan sólo la plaza y su vacío. La multitud no se oye; la mirada no tropieza con la resistencia o la opacidad de los cuerpos. No tropieza. Y deja, a su vez, de ver
Xemaá-el-Fna, la plaza de la destrucción. “No quedará ciudad que nosotros [Allah] no destruyamos antes del día de la resurrección”, dice el Corán (XVII, 58). La instantánea visión del vacío cesa y, con ella, la suspensión del ver. El bulto de la multitud se va recomponiendo, como un solo cuerpo primigenio que se multiplicase por transparencias y por sombras contra la luz rasante del atardecer.
”Signos de mensaje incierto: infinitas posibilidades de juego a partir del espacio vacío”, dices, cuando ya la voz -a punto de extinguirse- y la plaza y la página en blanco son una sola y misma cosa. Filtrada luz oscura, unificado pájaro del aire, plaza: plaza de los extintos y de los muertos, plaza de los vivientes, diario simulacro, ensayo, víspera, antepuerta, lugar de una absoluta convocación.
José Ángel Valente
Variaciones sobre el pájaro y la red precedido de La piedra y el centro, Barcelona, Tusquets, 1991
miércoles, 27 de abril de 2011
OPORTO, Filipa Leal
Foto: Alicia Andrés
Filipa Leal (Oporto, 1979) es una de las voces más novedosas e interesantes de la poesía portuguesa más contemporánea. La poesía de Filipa Leal es luminosa y representa un gesto de liberación individual constantemente a la deriva. Las ciudades de sus poemas están extrañamente “presas en las palabras” y emerge un sujeto que se confunde con la propia ruta que va construyendo. Una especie de geopoética de una claridad absoluta.
Douro
Não sei se prefiro o rio
ou o seu reflexo nas janelas espelhadas.
De um lado
os barcos ancorados, do outro lado:
barcos — na imediata memória das âncoras.
Deste lado, o porto, ou o cais,
contracenando com a sua própria inexistência
daquele lado.
Existirá aquele rio nos espelhos?
Poderá este subsistir sem as janelas?
Sou dourada como os peixes que te
desabitaram. E, do outro lado, sou
desabitada.
Filipa Leal
Talvez os Lírios Compreendam, Porto: Cadernos do Campo Alegre / 8, 2004
Filipa Leal (Oporto, 1979) es una de las voces más novedosas e interesantes de la poesía portuguesa más contemporánea. La poesía de Filipa Leal es luminosa y representa un gesto de liberación individual constantemente a la deriva. Las ciudades de sus poemas están extrañamente “presas en las palabras” y emerge un sujeto que se confunde con la propia ruta que va construyendo. Una especie de geopoética de una claridad absoluta.
Douro
Não sei se prefiro o rio
ou o seu reflexo nas janelas espelhadas.
De um lado
os barcos ancorados, do outro lado:
barcos — na imediata memória das âncoras.
Deste lado, o porto, ou o cais,
contracenando com a sua própria inexistência
daquele lado.
Existirá aquele rio nos espelhos?
Poderá este subsistir sem as janelas?
Sou dourada como os peixes que te
desabitaram. E, do outro lado, sou
desabitada.
Filipa Leal
Talvez os Lírios Compreendam, Porto: Cadernos do Campo Alegre / 8, 2004
DUERO
No sé si prefiero el río
o su reflejo en las ventanas pulidas.
De un lado
los barcos anclados, del otro lado:
barcos-en la inmedita memoria de las anclas.
De este el lado el puerto, o el muelle
oponiéndose a su propia inexistencia
de aquel lado.
¿Existirá aquel río en los espejos?
¿Podrá éste subsistir sin las ventanas?
Soy dorada como los peces que te
deshabitaron. Y, del otro lado, soy
deshabitada.
Traducción de Verónica Aranda
viernes, 15 de abril de 2011
El viaje de Fatena Al Gurra
Tuve la fortuna de seguir “el viaje de Fatena”, anunciado desde la proa de los Gavieros, en sus dos últimas etapas: Córdoba y Madrid. En el patio de la posada del potro, un caluroso mediodía de abril, Fatena Al Gurra, exiliada palestina, poeta con mayúsculas, mujer elegante y vital, parecía la mismísima reencarnación de Wallada. Era parte de la ciudad, nos embriagaba, a partes iguales, el aroma a azahar y sus versos que dibujaban palmerales, la luz del Mediterráneo, donde se podía palpar la menta, el trigo, los granos de café recién molidos, las mujeres de uva o de almendra. Sabores, sol, sensualidad. Un trazado de verso que empieza en el cuerpo para llegar al alma, a la identidad, para despertar preguntas, para despertarnos del letargo. Cada palabra en sus labios cobraba vida y movimiento. Volvía a sonar en Córdoba con intensidad la lengua de los Omeyas. Fatena era la Palabra encarnada, la Belleza que aflora en cada sílaba, en cada gesto, en cada modulación. La rama que fructifica en belleza, como diría Wallada, la Omeya.
Soy hija de marinos que bogan por las costas.
Soy hija de la ola y la memoria.
La última que quedó de aquéllos a los que Sansón cediera su cabello,
sacudido como una joven virgen,
la última descendiente del fresco y antiguo feminismo.
Abro los brazos y comienza a girar el cosmos en sus once direcciones.
Sonrío y me gotea miel desde los vírgenes labios juguetones.
Camino y la tierra pierde su equilibrio,
cuando mi risa cascabelea se escuchan timbres de seísmos.
Volcanes sacuden el sistema de los siete estratos.
Soy hija de la virtud y el ocio
hija de la pureza y del vicio
hija de la negrura y la blancura
según mi dedo las estrellas distinguen los límites de su primera ubicación.
Y si cierro los ojos
hay eclipse de sol hasta que vuelvo a abrirlos y sumergen al mundo en rayos
de color algarrobo.
Si me recojo el pelo
vibra el cosmos devoto, agradecido.
Soy el hoy y el mañana
Su Majestad, coronada en el trono espacial,
si miro de reojo los campos se convierten en trigo y sol verde
y entonces soy el trigo y el sol verde
la primera cosecha
y la última.
Fatena Al Gurra
De Ardo, Excepto yo, (traducción de Rosa Martinez-Lillo), El Gaviero Ediciones, 2010.
sábado, 2 de abril de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
Noche de África
Joan Cursach, "Muro"
Joan Cursach, "Al Sur"
Verónica Aranda
Joan Cursach, "Al Sur"
Noche de África
(A partir de los cuadros de Joan Cursach)
Hombres en movimiento que no encuentran reposo.
Tropiezan y jadean,
escupen ira por las tierras áridas.
En la noche de África: chacales,
tonalidades terracota,
trozos de prensa árabe
y la sangre saliendo a borbotones
en la espiral añil de los naufragios.
Muros siempre orientados hacia el Sur
con escaleras carcomidas,
un adverso de brújula,
ruinas de campamentos
y más muros de adobe
y huellas que se borran en las dunas.
Perpetuo insomnio de hombres con chilabas oscuras.
Reciben la intemperie
y la oquedad bajo las alambradas.
Éxodo y profecía en la noche de África.
Un Sur que huele a establos
y a arboledas sin savia.
Verónica Aranda
viernes, 25 de marzo de 2011
Haikus de primavera
Grabado de Hiroshige
Tres haikus de primavera. Mi humilde homenaje a las víctimas de Japón.
I
Senda de sauces ( en breve en Ediciones Amargord)
Tres haikus de primavera. Mi humilde homenaje a las víctimas de Japón.
I
Revolotea,
entre almendros en flor,
el petirrojo.
II
La niña albina
cruza un campo de colza.
Viento solano.
III
El soliloquio
del asceta de río
tras el chubasco.
Verónica Aranda
Senda de sauces ( en breve en Ediciones Amargord)
martes, 8 de marzo de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
Éxodo
Joan Cursach, sin título
(Acrílico sobre papel)
Un cuadro de mi amigo Joan Cursach, excelente pintor mallorquín, que en breve realizará la exposición Muros en los Cervantes de Tánger, Casablanca y Marrakech. Tierra, movimiento, figuras humanas que gritan circundadas por muros y brújulas adversas...pinceladas certeras que no nos dejan indiferentes.
Al ver el cuadro, me vino a la cabeza este poema de José Emilio Pacheco.
(Acrílico sobre papel)
Un cuadro de mi amigo Joan Cursach, excelente pintor mallorquín, que en breve realizará la exposición Muros en los Cervantes de Tánger, Casablanca y Marrakech. Tierra, movimiento, figuras humanas que gritan circundadas por muros y brújulas adversas...pinceladas certeras que no nos dejan indiferentes.
Al ver el cuadro, me vino a la cabeza este poema de José Emilio Pacheco.
ÉXODO
En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
José Emilio Pacheco
lunes, 14 de febrero de 2011
ALFAMA
Porta de Alfama
Una tasca minúscula donde asaban sardinas.
La leve hacinación y los altares
con Vírgenes de Fátima. Azulejos
de un añil imperfecto donde cuelgan
chales que habían ceñido mujeres solitarias,
o agrietadas bandurrias. Los domingos
al caer de la tarde se reunían
esas gentes sencillas: marineros
con ademán de farra o las leyendas
del fado ya olvidadas, que traían
el fulgor que se esparce cuando abrimos
baúles de un teatro de otro tiempo
y lucían sus joyas para nadie.
Verónica Aranda
Alfama (Fundación José Hierro, Getafe, 2009)
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