Ana Martín Puigpelat despliega la amplia simbología del viento en su último poemario, A propósito del viento. Estamos ante una poética que transita el proceso de fermentar la harina, tan alquímica como sensorial. Una poética de lenguaje medular, depurado, donde además de la palabra, cobran relevancia los espacios en blanco y el ritmo interno de cada poema, que tiene su propia respiración. En todo el libro se da una textualidad telúrica, donde se personifican las fuerzas elementales. Así, un viento humanizado en la promesa de los días va cobrando protagonismo a medida que avanza el poemario. Entre las connotaciones que tiene el viento para la autora, está la inocencia, el sosiego y cierto carpe diem como reflejan los siguientes versos: acostumbrarse al viento cotidiano/ reprocharle distancias al futuro.
Según Juan Eduardo Cirlot, “la luz, el vuelo, la ligereza, así como también el perfume y el olor, son elementos en consonancia con el simbolismo general del aire.” Dichos elementos están muy presentes en el libro y la poeta, a través de una técnica impecable donde no faltan los juegos de palabras y las sinestesias, nos transmite esa sensación de levedad, de levitación desde los aposentos de aire.
© Verónica Aranda
(Fragmento del prólogo del libro)
Os dejo un par de poemas del libro, que presentamos el jueves, a las 19.30h en la sala El Trovador junto con el poemario de Aitor Francos, Los vínculos del extraño. Ambos acaban de salir en la colección El Levitador de la editorial Polibea.
Me someto al capricho del viento y procuro no confundirme con las semillas, diminuto insecto volador, dios enamorado de abdomen y alas de encaje, igual que este palpitar de seda por el tacto, acaricio el vértice externo de la hierba.
La solución a tanta miseria es rendirse al dictado de los sueños.
Sabe el viento que es noviembre y pinta de amarillo el álamo de la esquina. Yo naufrago letras en el paladar y el sol bruno mancha de alabastro el cáliz de mis huellas dactilares para contar los días de la espera. Hay un pulso que dicta a razón del mar y otro tímido y hambriento que busca tu olor a cada hora.
Si gira este planeta sin descanso me uno a la constancia.
© Ana Martín Puigpelat
(Editorial Polibea, 2013)