Ya ha salido a la luz en Polibea (colección Toda la noche se oyeron), la antología "Vientos alisios. Poesía puertorriqueña 2000-2017". Fue todo un lujo hacer las primeras presentaciones en Puerto Rico, en San Juan y Ponce. Mi agradecimiento a los antólogos y poetas participantes por su apoyo incondicional en las presentaciones. Quedan ejemplares del libro en AC libros San Juan.
En España ya está disponible en la mayoría de estas librerías:
http://web.librerantes.com/las-librerias/
y a través de la distribuidora Librerantes: librerantes@librerantes.com
En junio presentaremos el libro en Madrid, aprovechando la presentación de una de las antólogas y poetas, Cindy Jiménez-Vera. Os iremos informando
Como curiosidad histórica y para recordar un acontecimiento clave que se logró con la primera República, añadimos el siguiente colofón:
"Vientos Alisios se acabó de imprimir el 22 de marzo
de 2017, cuando se cumplen 144 años de la abolición de la esclavitud en Puerto
Rico, aprobada por las Cortes españolas de la Primera República."
Os dejo mi prólogo a la edición española:
IDENTIDAD E INSULARIDAD
El tema principal de toda
la poesía puertorriqueña es, sin duda, la identidad. Con una compleja situación
histórica y política, Puerto Rico siempre ha sido colonia de algún Imperio,
primero de España y a partir de 1898 de Estados Unidos. Esto contribuye al
aislamiento de su literatura, que apenas se conoce en nuestro país y tampoco
goza de buena difusión en el contexto latinoamericano, a pesar de que es una de
las más innovadoras en lengua castellana. El objetivo de Vientos Alisios, es dar a conocer una pequeña muestra de la poesía
que se hace hoy en día en Puerto Rico, tanto dentro de la isla como en la
diáspora. Reúne a 16 poetas nacidos a partir de finales de los 60, que tienen un nexo en común: la experimentación y
una poética de la disidencia que rompe con los discursos de la dominación.
El castellano en Puerto
Rico no deja de ser un idioma de barricada, una forma de reivindicar su pertenencia
a Hispanoamérica y, a la vez, su identidad propia, sin dejar de asimilar sus
raíces africanas y la tradición española. Es notable la influencia de Juan
Ramón Jiménez (especialmente de sus últimos libros) y de Pedro Salinas (que
está enterrado en San Juan de Puerto Rico, frente al “Contemplado”) en la poesía
puertorriqueña del siglo XX. Tampoco ha sido suficientemente estudiado el
impacto que tuvo allí el exilio republicano español y su implicación en la
Universidad y en un proyecto de país que entonces se cuajaba y que les tendió
su mano benefactora.
Dentro de este complejo
tema de la identidad, hay elementos históricos que se reflejan en los textos
los poetas antologados como el colonialismo, el imperialismo, las migraciones y
vivencias neoyorquinas, la negritud, el subdesarrollo económico, etc. Se trata
de una identidad de carácter unitario y a la vez diverso, debido al variado
proceso de transculturación. Llama la atención la mezcla de inglés y castellano
en algunos de estos poetas, las estrofas bilingües con sus cambios de códigos,
pero no dejan de ser fieles a ese hispanismo y nacionalismo que representan una
cosmovisión, un acto de resistencia y desafío a la cultura anglosajona en su
lucha por la independencia.
Asimismo, abunda en estas
poéticas el coloquialismo, influidas por el lenguaje popular, o la oralidad,
presente en formas métricas como la décima. Encontramos dimensiones performáticas,
neologismos, lenguajes híbridos característicos de la posmodernidad, con
destellos de hip-hop, titulares de noticias o el fragmentarismo de las redes
sociales. La carnavalización, lo grotesco y lo desmesurado, comunes a poesía
antillana, se reflejan estilísticamente en versículos largos, flujo incesante
de imágenes oníricas y poemas en prosa que se prolongan de una manera
prodigiosa.
El otro concepto clave y
complejo de toda la poesía de las Antillas es el de la insularidad, que
constituye un motivo de meditación y un modo de enfrentar la existencia. Aparece
desde el principio como dicotomía, que oscila entre lo edénico y lo
aprisionado. Las fronteras de agua y el mar Caribe representan lo exótico y un
imaginario de evasión en plenitud y pureza. María Zambrano en su libro Isla de Puerto Rico[i]
habla de las islas como ese “imán que
atrae a la imaginación hacia algo primario, no corrompido todavía, de la
naturaleza humana.” Por otro lado, la insularidad también puede ser
opresión, sensación de aislamiento y lontananza, falta de infraestructuras y
decadencia; esa herrumbre de la habla Juan Ramón en sus diarios[ii]. Dicha dicotomía puede
desembocar en dos tipos de poéticas: una más filosófica e introspectiva y otra
que se vuelca hacia afuera e intenta suplir el cerco a través del viaje y de
una poderosa imaginación. En cualquier caso, la insularidad representa por
encima de todo la esencia, inherente al ser caribeño. Como señalan Margarita
Mateo Palmer y Luis Àlvarez[iii], “la visión de las
islas, pues, resulta una imbricación de sensualidad y destino trágico”.
©
Verónica Aranda
[i]
Zambrano, María:
Isla de Puerto Rico
(nostalgia y esperanza de un mundo mejor), La Habana, 1941
[ii]
Jiménez, Juan Ramón:
Isla de la simpatía,
La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2008
[iii] Mateo
Palmer, Ana Margarita y Álvarez Álvarez, Luis:
El caribe en su discurso literario, Siglo Veintiuno Editores,
México, 2004