Desde Nueva Delhi me acaban de llegar unos poemas inéditos de Marta Fuentes, amiga, maestra, poeta con mayúsculas, de la estirpe de los poetas nómadas. He elegido una trilogía enmarcada en diferentes espacios de la capital india, donde la autora se entrega a la contemplación, aunando con elegancia elementos arquitectónicos, paisajísticos y elegiacos a través de un equilibrado barroquismo. Un canto a las ciudades que “duelen en lenta sincronía,” su caos cotidiano reordenado en armoniosos versos.
Marta Fuentes nació en 1971. Se doctoró en Filología Hispánica con una tesis sobre poesía española de los años 80. En el año 2003 viajó a la India, en donde vivió cinco años. Tras un año de estancia en Estambul ha vuelto por tiempo indefinido a Nueva Delhi, en donde trabaja como profesora de plantilla del Instituto Cervantes. En 1994 publicó su único libro de poemas editado, Servidumbre de Vistas, tras ser galardonada con el Premio Blas de Otero de la Universidad Complutense. Es autora de un libro inédito Un pensamiento es un arco, y actualmente escribe su poemario Estambul, del que forman parte estos tres poemas inéditos. Formó parte del grupo poético y de la antología Estruendomudo y algunos de sus poemas se publicaron en la revista Archione, El signo del gorrión y Turia.
El Fuerte Rojo (Lal Quila)
La codiciada vida en los muros
rojizos del atardecer filtrado
en enjambre y bullicio nocturno,
la codiciada vida retenida
en la crestería añil de las calles;
la violeta circuncisión del tiempo
que rompe la cerámica del alba;
Lal Quila, en ti la lluvia, un ave
anónima, una muerte sin rostro
en parihuelas, hallan la arena
última, el relieve y el cobijo.
Meharauli
Aquel cementerio dentro del ámbar,
la barroca manera
de no desbordarse el agua
en los ojos y el armonio místico
al caer el sol; duelen
en lenta sincronía las ciudades,
la ingrávida envoltura de invierno,
la tumba del sufí en su crisálida,
la lluvia derviche que gira lenta
en la antigua Meharauli.
El Ridge-Old Delhi I
Vivíamos en la noche sin celebrar
la noche, sin hallarla;
lo oscuro y la luz muda del día
eran un mismo mármol crepitante,
la misma lisa espalda del amor
tan indistinto a buganvillas rojas,
a la madera mojada del pipal;
vivíamos en la jungla sin celebrar
la jungla, sin hallarla.
Marta Fuentes
Inéditos
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