Gaza
No quedan plañideras ni estirpes de jinetes.
Siguen cayendo bombas de racimo
sobre las ambulancias, los pupitres,
los patios de oración de las mezquitas.
Israel no da tregua
y raciona la luz, las hogazas de pan,
los pasos fronterizos.
La muerte y sus heridas que supuran,
la muerte y sus quirófanos precarios,
cuando la madrugada escupe sangre
sobre algún sequedal con girasoles.
Desde la jaima de los mutilados
el exilio se extiende con su sed de venganza.
Un incendio de olivos
en las encrucijadas de caminos
y ninguno conduce a Galilea.
Verónica Aranda
de Postal de olvido, (El Gaviero, 2010)
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