lunes, 9 de febrero de 2015

Haikus con lluvia, reseña de José Luis Morante


                                                                           Foto: Alicia Andrés

HAIKUS CON LLUVIA

 (Reseña de Lluvias continuas. Ciento un haikus, Verónica Aranda, Polibea, Madrid, 2014)

    Nacida en Madrid en 1982, Verónica Aranda ha vivido en Italia y en Bélgica, donde cursó Bachillerato internacional en Bruselas. Es Licenciada en Filología Hispánica y realizó sus estudios de doctorado en Nueva Delhi, becada por el gobierno indio. Durante algún tiempo compagina la interpretación de fados con la escritura. Ha preparado traducciones al castellano desde el portugués y el nepalí.
   Su quehacer integra los títulos Poeta en India, Tatuaje, Alfama, Postal de olvido, Cortes de luz, Senda de sauces. 99 haikus, Café Hafa y Lluvias continuas. Ciento un haikus, entregas reconocidas con los premios Joaquín Benito de Lucas, Antonio Carvajal, José Agustín Goytisolo, Arte joven de la Comunidad de Madrid, un accésit del Adonais en 2009 y el Premio Antonio Oliver Belmas, entre otros. El sujeto verbal de Verónica Aranda tiene bajo su lecho una maleta disponible. La evocación y el recuerdo de itinerarios son rasgos principales en sus libros. Las vivencias retornan trasmutadas en secuencias que dejan una fuerte vinculación entre la intimidad y el paisaje. Los escenarios del fluir temporal perduran entre las palabras; los versos plasman un tiempo cuyos efectos expanden retazos de rostros, distancias y emociones. Son los ecos de una conciencia en vela, con el tono de voz de los regresos.
   La poeta ha empleado el haiku con frecuencia. Su afán creador conoce la singular impronta del haiku para dibujar el instante y dar brillo a la atmósfera fugaz de los elementos entrevistos. Así ha desarrollado una escritura de sensibilidad despierta, introspectiva y atenta al detalle, que alumbró títulos como 99 haikus (Madrid, 2011).
   En Lluvias continuas vuelve a las diecisiete sílabas y sortea algunos esquemas preconcebidos. El más resistente es el supuesto espíritu japonés, que obliga sin más a un intrusismo mimético. Es una especulación errónea y fácilmente desmontable: ni todos los haikus japoneses son iguales, ni los temas son únicos y ni siquiera cada voz se libra de la personal evolución en el tiempo.
   El poemario organiza su colecta de haikus en cinco franjas, cada una de las cuales lleva como epígrafe un sustantivo y se acoge al magisterio de un autor clásico. El primero, “Camino”, tras la estela de Taneda Santoka, se asoma a una travesía cuajada de elementos al paso: “Piñas caídas / donde empieza el camino. / Viento en los chopos “. De estos haikus procede el título: “Lluvias continuas. / Las primeras hortensias / han florecido “. Son textos que albergan intuiciones de una voz dispuesta a ser, sin buscar nada. En “Bosque” se contempla la naturaleza; el umbral es un haiku de Chiyo-ni, monja budista, de extrema precocidad que añade a la estrofa la mirada sentimental. El entorno cobija asombro, sacude con sus matices a quien participa de la belleza y convierte al sujeto en pálido reflejo de lo externo.
   “Aldea” aborda la vida comunitaria. La convivencia reparte quehaceres y las palabras plasman esa labor del otro o su mera presencia, ya sea en el taller, en las aceras, en el recinto solitario del jardín o junto a la madrasa.
   Arquetipo del magisterio clásico, el iniciador del haiku, Matsuo Basho abre el apartado “Montaña”.  El nombre esencial del haiku encarna al caminante que se desplaza de un sitio a otro sin dirección “porque cada día es un viaje y la casa misma es viaje”. En esta sección, Verónica Aranda se identifica con la vaga inquietd de un paisaje cambiante, hecho para enlazar pasos y vicisitudes.
   Cierra el libro “Mar” un breve muestrario con la presencia cercana del mar; este espacio de belleza y meditación inspira textos en los que también está presente el laboreo de los pescadores y el multiforme vitalismo acuático de peces, medusas, o cangrejos…
   Lluvias continuas propaga desde el haiku un ideal de belleza. Cobija la humildad de lo transitorio y da voz a una sensibilidad que antepone la imagen de las cosas a las cosas en sí. El sueño siempre es más valioso que lo real.




José Luis Morante
Blog “Puentes de papel”, 2/2/15

1 comentario:

  1. Gracias, José Luis. He comenzado a leer os haikus de Verónica y creo que su lectura es imprescindible para todos los que nos atrevemos a hacer incursiones en este género. Verónica escribe auténticos haikus donde la belleza se muestra en los pequeños detalles de la vida.
    Me he quedado seguidora de su blog.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar