domingo, 28 de septiembre de 2014

Haigas de otoño





                                                           © Haikus: Verónica Aranda
                                                           De Senda de sauces, Amargord, 2011
   © Ilustraciones: Ángel Aragonés

sábado, 20 de septiembre de 2014

Poema de final de verano

                                                                                                Foto: Alicia Andrés



El silencio meditabundo que precede a octubre, buscar las últimas franjas de calor, el aguacero que nos sorprende al final de la senda, la luz inconfundible de final del verano, que da en la quietud de los patios y se cuela en las grietas de las tinajas...    

 

 
     

                             Nostalgia

 

                         Cuando acaba el estío,

su artificial frescura de aspersores

deja un girasol seco de duda

en esos intervalos de silencio

que tienen los amantes

cuando se observan en el desayuno

y uno de ellos piensa en las tinajas

rebosantes de aceite en algún patio

de su país natal o en ese bosque

donde transcurre un día pasajero.

 

 

                                                                                  © Verónica Aranda

                                                     De Cortes de luz, Madrid, Rialp, 2010






domingo, 14 de septiembre de 2014

Reseña: Héctor Viel Temperley, Obra completa




Reseña: OBRA COMPLETA, Héctor Viel Temperley
(Amargord Ediciones, Madrid, 2013, 503 páginas, 19,95 euros)

                                                                                                              
Héctor Viel Temperley (Buenos Aires, 1933-1987) fue un poeta de culto, visionario y excéntrico, que ha influido en las últimas generaciones de poetas argentinos, pero que apenas se le conocía en España, hasta su aparición en la Antología Las ínsulas extrañas (Galaxia Gutenberg, 2002). Ediciones Amargord ha tenido el buen criterio de publicar su Obra completa, compuesta por nueve poemarios-treinta años de poesía- en la colección Trasatlántica, en una cuidada edición a cargo de Juan Soros.
Desde sus primeros libros, Viel Temperley cultivó un misticismo muy personal e innovador (al situarlo también en el espacio urbano), entre el panteísmo (Esta tarde Dios habla/ en los saltos del río) y la invocación a un Dios corpóreo y heterodoxo, con el que tiene una relación de vértigo. De este modo, Temperley siempre nadó contracorriente de los movimientos literarios de su país, Argentina, donde la poesía mística es una rareza, y más en el escéptico siglo XX, salvo contadas excepciones como Jacobo Fijman o algunos poemas de Ricardo Molinari.
Si bien la obra que lo consagró a Temperley las puertas de la muerte fue Hospital Británico, es interesante hacer un recorrido panorámico y cronológico por toda su producción, donde hallamos escalofriantes epifanías de lo que vendría después, y cuyas esquirlas saltarán en Hospital Británico. En sus primeros libros-Poemas con caballos y El Nadador- encontramos influencias lorquianas en el simbolismo metafórico y cierto barroquismo gongorino que irá evolucionando hacia un lenguaje más seco y sobrio, y, a partir de Carta de marear, avanzará con más fuerza hacia el irracionalismo verbal o “mística surrealista”, como la denominó el propio autor. Son poemas cimentados en la contemplación y la revelación de las cosas (a través de símbolos recurrentes como la figura del ángel), que hablan de libertad, de la comunión con la pampa y la naturaleza salvaje del cono sur (Crines y cola ardidas/ y un jinete/ que nada sol/ La pampa con sus huesos), del mar, los espigones y las piscinas. Porque la de Viel Temperley es una poesía tremendamente acuática y de un erotismo febril. La natación era más que un ejercicio diario, una obsesión para el autor y una forma de meditar y alcanzar la plenitud y la trascendencia: “Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada./ Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas/ aguas de los arroyos/ se sostiene vibrante.”. Por tanto, lo corporal se mezcla en todo momento con la mística, y la poesía no deja de ser un territorio codificado de evasión.
Su penúltimo libro, Crawl, de tono salmódico, desembocará en el estado de iluminación de Hospital Británico, uno de los poemarios más singulares de toda la literatura hispanoamericana, compuesto por el poeta argentino tras ser operado de un tumor cerebral en dicho hospital, a las afueras de Buenos Aires. De hecho representa un caso excepcional dentro de la poesía del siglo XX; en palabras de Esperanza López Parada, Viel es el único poeta que consigue diseñar para su obra su condición de recepción futura, el único que cierra y decide su deriva arriesgadísima, convirtiendo la muerte en un punto de partida”. El autor escribe su propia elegía, con intervalos de dolor y lucidez. El poema inicial del libro, escrito en marzo de 1986 se va disgregando, reordenando, se transportan fragmentos de poemarios anteriores, creando, así, un montaje, un conjunto de postales que son también una alegoría de la intervención quirúrgica. La estremecedora conciencia de la muerte que impregna todo el libro, recuerda, salvando la distancias, a la práctica de los haijin japoneses de escribir su haiku final, casi al filo de la agonía. Al leerlo a viva voz emite una musicalidad poderosa, propia de la más alta poesía.
El texto es la metáfora de una enfermedad, como lo ha denominado Eduardo Milán, produce un efecto físico en el lector y es de una intensidad rarísima. Hay una deslocalización de lo onírico, que se mezcla con imágenes realistas. Junto con la extrañeza se da la unificación del propio cuerpo (“Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo”), que conecta con las imágenes de una manera asfixiante, como en los fragmentos titulados “Tengo la cabeza vendada”, donde se anula el tiempo. Eros y tánatos. El diálogo con una entidad suprasensible-Dios-que va neutralizando el dominio de la herida. Un camino de ida y vuelta entre la trascendencia y lo material que sólo podía acabar en epifanía: “El verano en que resucitemos tendrá un molino cerca con un chorro blanquísimo sepultado en la vena.”

               
                                                                         © Verónica Aranda
                          (Publicado en el blog La tormenta en un vaso. 10/09/2014)



Os dejo unos poemas del mítico Hospital Británico:


 PABELLÓN ROSETTO

Soñé que nos hundíamos y que después nadábamos hacia la costa lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los tiburones. (1978)


PABELLÓN ROSETTO

 
Si me enseñaras qué es el verde claro... (1978)


 TU ROSTRO

Tu Rostro como sangre muy oscura en un plato de tropa, entre cocinas frías y bajo un sol de nieve; Tu Rostro como una conversación entre colmenas con vértigo en la llanura del verano; Tu Rostro como sombra verde y negra con balidos muy cerca de mi aliento y mi revólver; Tu Rostro           como sombra verde y negra que desciende al galope, cada tarde, desde una pampa a dos mil metros sobre el nivel del mar; Tu Rostro como arroyos de violetas cayendo lentamente desde gallos de riña; Tu Rostro como arroyos de violetas que empapan de vitrales a un hospital sobre un barranco. (1985)


                                                                                                           © Héctor Viel Temperley



martes, 9 de septiembre de 2014

Génova, Claudio Pozzani



El domingo pasado asistí al Festival Voix Vives de Toledo y, haciendo la maratón de recitales, descubrí a poetas internacionales interesantes. Entre ellos, el italiano Claudio Pozzani (Génova, 1961), que leyó en la plaza del ayuntamiento unos minutos antes de que empezar a diluviar. Os dejo un poema suyo con mi traducción:

Genova, Saudade & Spleen

Genova nemica degli ombrelli
la pioggia ed il vento cateti
di un improbabile scaleno
Genova pianta carnivora
con le scalinate-fauci
golose di mamme con la spesa
Genova dalle spore di mare
Abbiamo salsedine
anche nel cuore
Abbiamo salite e discese
anche nelle strade dei nostri sogni
Genova samba di onde
col mare tenuto lontano
coi gomiti di diga
o attirato da camicie rocciose
Genova coi pendoli in cucina
che battono ore
di velluto a coste larghe
Genova ronzio di mosche
che sfuggono ai pugni sulla tovaglia
ai cerchi di vino e alle briciole stanche
Genova saudade & spleen…
Guardo la torre
che nessuno visita e conosce
fra una lacrima e l’altra
della mia finestra salata.

                                           © Claudio Pozzani
                         Del libro Saudade & Spleen

Genova, Saudade & Spleen

Génova enemiga de los paraguas
la lluvia y el viento catetos
de un improbable escaleno
Génova planta carnívora
con las escalinatas-fauces
ávidas de madres con la compra
Génova de las esporas de mar
Tenemos salinidad
hasta en el corazón
Tenemos cuestas y bajadas
hasta en los caminos de nuestros sueños
Génova samba de olas
con el mar mantenido a distancia
con los codos de dique
o atraido por camisas rocosas
Génova con las péndolas en la cocina
que dan las horas
de pana amplia
Génova zumbido de moscas
que escapan a los puños sobre el mantel
a los cercos de vino y las migas cansadas
Génova saudade & spleen...
Miro la torre
que nadie visita ni conoce
entre una y otra lágrima
de mi ventana salada.


                                               © Traducción: Verónica Aranda