viernes, 29 de abril de 2011

Plaza Xemaá-el-Fna, Marrakech



   

                                 

   Meditación del vacío, un texto de José Ángel Valente. Mi humilde homenaje a las víctimas del atentado de ayer en el café Argana de la plaza Yemaá-el-Fna de Marrakech. El autor de la masacre podría ser de uno de los 148 presos políticos liberados el pasado 14 de abril por indulto o gracia real  de Mohamed VI, algunos de ellos con antecedentes terroristas o extremistas islámicos (uno de ellos ya atentó el 15 de abril, al día siguiente de ser liberado, en el  Café Hafa de Tánger causando la muerte del joven estudiante Hassan Ziani), a los que no les interesa nada el cambio democrático y  la ola de revoluciones que recorre el mundo árabe.

               

                    Meditación del vacío en Xemaá-el-Fna

                                                               A Juan Goytisolo
    A C., que me condujo

Todas las guías mienten. Nos mienten nuestros propios sentidos. La plaza es la plenitud del color, del olor, del movimiento: la extrema tensión de la vida hacia su punto de explosión. Los círculos se hacen y deshacen y vuelven a hacerse como las formas del humo o las nubes. Hirvientes, el color y el olor. Y, a la vez, todo puede ser visto como desde el umbral de un sueño, sin penetrar en él, y puede todo quedar de súbito borrado. La plaza es, repentinamente, la multitud y su vacío: la desaparición de todos, de todo y del que mira.
 ”A este lugar de frenesí y de placer -dice un viejo libro- se le da el nombre de Xemaá-el-Fna, la plaza de la destrucción” ¿Qué destrucción? El sol de la tarde en su descenso va deshaciendo las figuras y las borra. Luego, borra sus sombras. Fna-el-fna: primero, la desesperación o la extinción; después, la extinción de la extinción. Con toda la multitud dentro, no visible, quedan sólo la plaza y su vacío. La multitud no se oye; la mirada no tropieza con la resistencia o la opacidad de los cuerpos. No tropieza. Y deja, a su vez, de ver
 Xemaá-el-Fna, la plaza de la destrucción. “No quedará ciudad que nosotros [Allah] no destruyamos antes del día de la resurrección”, dice el Corán (XVII, 58). La instantánea visión del vacío cesa y, con ella, la suspensión del ver. El bulto de la multitud se va recomponiendo, como un solo cuerpo primigenio que se multiplicase por transparencias y por sombras contra la luz rasante del atardecer.
 ”Signos de mensaje incierto: infinitas posibilidades de juego a partir del espacio vacío”, dices, cuando ya la voz -a punto de extinguirse- y la plaza y la página en blanco son una sola y misma cosa. Filtrada luz oscura, unificado pájaro del aire, plaza: plaza de los extintos y de los muertos, plaza de los vivientes, diario simulacro, ensayo, víspera, antepuerta, lugar de una absoluta convocación.
                                                                                                
                                                                                         José Ángel Valente
Variaciones sobre el pájaro y la red precedido de La piedra y el centro, Barcelona, Tusquets, 1991

miércoles, 27 de abril de 2011

OPORTO, Filipa Leal

                                                         Foto: Alicia Andrés

Filipa Leal (Oporto, 1979) es una de las voces más novedosas e interesantes de la poesía portuguesa más contemporánea. La poesía de Filipa Leal es luminosa y representa un gesto de liberación individual constantemente a la deriva. Las ciudades de sus poemas están extrañamente “presas en las palabras” y emerge un sujeto que se confunde con la propia ruta que va construyendo. Una especie de geopoética de una claridad absoluta.
   

  Douro

Não sei se prefiro o rio
ou o seu reflexo nas janelas espelhadas.

De um lado
os barcos ancorados, do outro lado:
barcos — na imediata memória das âncoras.
Deste lado, o porto, ou o cais,
contracenando com a sua própria inexistência
daquele lado.

Existirá aquele rio nos espelhos?
Poderá este subsistir sem as janelas?

Sou dourada como os peixes que te
desabitaram. E, do outro lado, sou
desabitada.

                          Filipa Leal
Talvez os Lírios Compreendam, Porto: Cadernos do Campo Alegre / 8, 2004

   

     DUERO

No sé si prefiero el río
o su reflejo en las ventanas pulidas.


De un lado
los barcos anclados, del otro lado:
barcos-en la inmedita memoria de las anclas.
De este el lado el puerto, o el muelle
oponiéndose a su propia inexistencia
de aquel lado.


¿Existirá aquel río en los espejos?
¿Podrá éste subsistir sin las ventanas?


Soy dorada como los peces que te
deshabitaron. Y, del otro lado, soy
deshabitada.

                                       Traducción de Verónica Aranda

viernes, 15 de abril de 2011

El viaje de Fatena Al Gurra

                     


  Tuve la fortuna de seguir “el viaje de Fatena”, anunciado desde la proa de los Gavieros, en sus dos últimas etapas: Córdoba y Madrid. En el patio de la posada del potro, un caluroso mediodía de abril, Fatena Al Gurra, exiliada palestina, poeta con mayúsculas, mujer elegante y vital, parecía la mismísima reencarnación de Wallada. Era parte de la ciudad, nos embriagaba, a partes iguales, el aroma a azahar y sus versos que dibujaban palmerales, la luz del Mediterráneo, donde se podía palpar la menta, el trigo, los granos de café recién molidos, las mujeres de uva o de almendra. Sabores, sol,  sensualidad. Un trazado de verso que empieza en el cuerpo para llegar al alma, a la identidad, para despertar preguntas, para despertarnos del letargo. Cada palabra en sus labios cobraba vida y movimiento. Volvía a sonar en Córdoba con intensidad la lengua de los Omeyas. Fatena era la Palabra encarnada, la Belleza que aflora en cada sílaba, en cada gesto, en cada modulación. La rama que fructifica en belleza, como diría Wallada, la Omeya.


Soy hija de marinos que bogan por las costas.
Soy hija de la ola y la memoria.
La última que quedó de aquéllos a los que Sansón cediera su cabello,
sacudido como una joven virgen,
la última descendiente del fresco y antiguo feminismo.
Abro los brazos y comienza a girar el cosmos en sus once direcciones.
Sonrío y me gotea miel desde los vírgenes labios juguetones.
Camino y la tierra pierde su equilibrio,
cuando mi risa cascabelea se escuchan timbres de seísmos.
Volcanes sacuden el sistema de los siete estratos.

Soy hija de la virtud y el ocio
hija de la pureza y del vicio
hija de la negrura y la blancura
según mi dedo las estrellas distinguen los límites de su primera ubicación.
Y si cierro los ojos
hay eclipse de sol hasta que vuelvo a abrirlos y sumergen al mundo en rayos
de color algarrobo.
Si me recojo el pelo
vibra el cosmos devoto, agradecido.

Soy el hoy y el mañana
Su Majestad, coronada en el trono espacial,
si miro de reojo los campos se convierten en trigo y sol verde
y entonces soy el trigo y el sol verde
la primera cosecha
y la última.

                                                                                  Fatena Al Gurra

De Ardo, Excepto yo, (traducción de Rosa Martinez-Lillo), El Gaviero Ediciones, 2010.

sábado, 2 de abril de 2011

Haiku acuático

                                                                                                          Foto: Gala


                                            
El aleteo

de los peces de rayas.

Cesa la lluvia.


                             Verónica Aranda