Porta de Alfama
Una tasca minúscula donde asaban sardinas.
La leve hacinación y los altares
con Vírgenes de Fátima. Azulejos
de un añil imperfecto donde cuelgan
chales que habían ceñido mujeres solitarias,
o agrietadas bandurrias. Los domingos
al caer de la tarde se reunían
esas gentes sencillas: marineros
con ademán de farra o las leyendas
del fado ya olvidadas, que traían
el fulgor que se esparce cuando abrimos
baúles de un teatro de otro tiempo
y lucían sus joyas para nadie.
Verónica Aranda
Alfama (Fundación José Hierro, Getafe, 2009)
No hay comentarios:
Publicar un comentario