domingo, 28 de febrero de 2021

Reseña de Dibujar una isla y Cobalto oscuro por Tes Nehuén, publicada en Poemas del alma

 Lectura de «Dibujar una isla» (Reino de Cordelia) y «Cobalto oscuro» (Cénlit Ediciones), de Verónica Aranda. Que nadie deje de leerlos.


                                                                                 Por Tes Nehuén


 
 

Explorar los límites entre la piel y el agua –en «Dibujar una isla» (Reino de Cordelia)– y entre la piel y el color –en «Cobalto oscuro» (Cénlit Ediciones)– son las dos contundentes propuestas de los libros más recientes de Verónica Aranda. En estas lecturas encontramos dolor, deseo, pasión y una reflexión sobre el arte poético. Dos libros exquisitos que te recomiendo.
En el artículo de hoy voy a hablarte de la poesía de Aranda, del hallazgo que ha supuesto para mí descubrirla, y te daré muy buenas razones para leerla y disfrutar de su gran talento.
 
 

«Dibujar una isla», (Reino de Cordelia)

Las islas griegas. De ahí venimos, y construimos miradas distintas sobre una misma historia. Esto es un poco lo que viene a decirnos Verónica Aranda con su poemario «Dibujar una isla» –XX Premio Ciudad de Salamanca– (Reino de Cordelia). Con un trabajo de fondo interesantísimo y la mirada puesta en la luz de tantas lecturas.

A lo largo del libro podemos visitar algunos de los lugares más atractivos de Grecia. Pisar con arena de palabras algunas de las islas del Mar Egeo (Santorini, Milos, Sifnos, Skópelos) y del Mar Jónico (Ítaca, Paxos, Corfú,) leyendo una serie de poemas de plasticidad aforística y vuelo. Entre los mares Ejeo y Jónico, Aranda construye una Casa: y esa casa, que es la poesía, nos permite atracar en la estética de una poeta sólida y consistente, que nadie debería perderse.


Hay un trabajo de forma que busca el movimiento: el sonido de las olas, la paz en el origen, la fluidez del deseo cuando el escenario se presta para eso. Pero hay también una ruptura: los celos, los miedos, la enfermedad. Y esta intromisión gris otorga a la obra un pulso de tragedia griega y que nos ofrece en la lectura un vuelo filosófico, mientras disfrutamos de la poética de una autora fabulosa.

Que no soy marinera y pierdo el norte es la canción que lleva a la poeta a internarse en el sabor de las islas. A buscar el disfrute del amor y el deseo a miles de kilómetros de casa, donde hay una casa nueva, construida desde la pulsión amatoria y la esperanza. Este libro nos ofrece interesantísimos poemas eróticos, donde el amor es una ciudad griega que sostiene las voces de los muertos pero también tiene una atalaya desde la que mirar el futuro.


 
 

DIBUJAR UNA ISLA
Verónica Aranda
Reino de Cordelia
978-84-16968-29-9
104 páginas
9,95 €
 
 

 
 

«Cobalto oscuro» (Cénlit Ediciones)

¿Qué tienen en común Anguissola, Okie Paxton, Goncharova, Mallo, Khalo, Carrington, Varo y Quintanilla? Un libro llamado «Cobalto oscuro» — XIV Premio Internacional de Poesía «Ciudad de Pamplona»– (Cénlit Ediciones). En él Verónica Aranda reconstruye la memoria de cuarenta pintoras y artistas gráficas y les rinde un homenaje poético inolvidable.

En «Cobalto oscuro» encontramos una gran variedad de poemas que exploran las características prominentes de estas pintoras –algunas de ellas brutalmente olvidadas por la Historia del Arte– y nos presentan pinturas imprescindibles de estas artistas.

Uno de los rasgos que más me ha interesado de este libro es la fuerza de la voz poética. Con una clara visión de réplica contra el olvido, Aranda construye unos poemas poderosos y abisales, que nos invitan a explorar no sólo el arte de estas artistas sino también a cuestionar nuestra propia mirada del arte universal: sin ellas, falta una parte importante de la cartografía pictórica; quizá a eso se acerque lo que viene a decirnos Aranda.

Aranda podría haberse decantado por semblanzas biográficas o incluso poemas que brinden un cálido homenaje a las artistas y listo. Pero no se ha quedado ahí: en este libro hay un claro llamado de atención. Y podemos entenderlo desde la estructura: cada poema se titula como uno de los cuadros de cada una de estas artistas, debajo del título aparece el nombre de la creadora. Una semblanza poética en toda regla.

Aparece entonces una disciplina como espejo de la otra. En el camino se revela el talento, la magia del trabajo de estas artistas y la rabia por su olvido. Aranda destaca a estas mujeres, no sólo desde su trabajo imprescindible para el arte universal, sino también por su valentía que las ha conducido a la insistencia de trabajar en un mundo de hombres, a riesgo de ser olvidadas, a riesgo de ser pisoteadas y engañadas. Y, en ese sentido, es éste un libro imprescindible, devoto y maravilloso.

¡No te pierdas estos dos maravillosos libros de Verónica Aranda!

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