lunes, 20 de abril de 2015
jueves, 9 de abril de 2015
Presentación de "Blancura" de Eugénio de Andrade
La editorial Polibea inaugura una nueva colección de poesía bilingüe, “Orlando versiones”, y ha tenido el acierto de comenzar con uno de los mayores poetas portugueses del siglo XX, Eugénio de Andrade; uno de esos autores imprescindibles que uno no se cansa nunca de releer. Quizás el menos melancólico de los poetas lusos, el “poeta de la luz” que revive los instantes de plenitud. Los versos de Eugénio de Andrade nos llevan siempre a junio, a los trigales y surcos del verano. Se gestaron en la tierra, con sus caminos de la sed y el fulgor del amor y de la fruta madura.
Miguel Losada, antólogo
y traductor del libro, lo titula con buen criterio, Blancura, pues la poética diáfana de Andrade nunca dejó de buscar
la claridad, “la luz más pura desnudando la poesía”, dando a las palabras una
blancura primigenia. En su celebración del mundo convergen el ardor de la cal y
una patria situada al Sur, en un eterno verano luminoso.
Una pequeña degustación
de 34 poemas de un autor imprescindible, maestro de la transparencia y la
difícil sencillez. Una antología-itinerario que refleja a la perfección el
proceso de desprendimiento de Andrade, la materia solar con la que fue
confeccionando su escritura.
XVI
Deixo ao Miguel as coisas da manhá-
a luz (se não estiver já corrompida)
a caminho do sul,
o chão limpo das dunas desertas,
um verso onde os seixos são
de porcelana,
o ardor quase animal
de uma romã aberta.
XVI
Dejo a Miguel las cosas de la mañana:
la luz (si no estuviera ya corrompida)
camino del sur,
el suelo limpio de las dunas desiertas,
un verso donde los guijarros son
de porcelana,
el ardor casi animal
de una granada abierta.
XXIII. SUL
Era verão, havia o muro.
Na praça, a única evidência
eram os pombos, o ardor
da cal. De repente
o silêncio sacudiu as crinas,
correu para o mar.
Pensei: devíamos morrer assim.
Assim: arder no ar.
XXIII. SUR
Era verano, había el muro.
En la plaza, la única evidencia
eran las palomas, el ardor
de la cal. De repente
el silencio se sacudió las crines,
corrió hacia el mar.
Pensé: deberíamos morir así.
Así: arder en el aire.
©
Eugénio de Andrade
© Traducciones: Miguel Losada
lunes, 6 de abril de 2015
miércoles, 1 de abril de 2015
Foto poema de Juliana Corbelli (Argentina)
La última pata
“La belleza se manifiesta con una leve asimetría en
las proporciones” (Leonardo Da Vinci)
“Toda espiral provoca una ley de crecimiento” (La
divina proporción, Ghyka)
(Fotografía tomada en la casa del escritor Haroldo Conti)
Un día de estos un buen día de estos la
susodicha se evidencia cierta mejor necesaria precisa ¡Qué va! Se pone pésima
pese al perdón de pensar que no tanto puede incluso que nadie ni idea ni
hablar. No porque muy de mañana es más tarde mejor dicho Mengana la mayor parte
de llegar a ser lo que se dice la única parte la manera en que jamás.
Igualmente hace falta hace poco. Fulana,
gracias generalmente están en contra del esto es es más del érase una vez y
enseguida se echa a donde quiera que ¿desde cuándo? Desde hace rato desde luego
de un momento a otro de una vez por todas de acuerdo. ¿Da algo? Creer que sí de
súbito considerando que como mucho casi nunca bueno bastantes veces alrededor
de alguien algo más se alegra de algo ahí. Acaba de ver si a la Harolda a
fuerza de intrepidez trastoca la maniobra a las potencias sucesivas permanecerá
se extenderá hacia lo insospechado en lugar de despojarse de su propia tierra
Harolda, la divina proporción.
© Juliana Corbelli
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