viernes, 29 de abril de 2011
miércoles, 27 de abril de 2011
OPORTO, Filipa Leal
Foto: Alicia Andrés
Filipa Leal (Oporto, 1979) es una de las voces más novedosas e interesantes de la poesía portuguesa más contemporánea. La poesía de Filipa Leal es luminosa y representa un gesto de liberación individual constantemente a la deriva. Las ciudades de sus poemas están extrañamente “presas en las palabras” y emerge un sujeto que se confunde con la propia ruta que va construyendo. Una especie de geopoética de una claridad absoluta.
Douro
Não sei se prefiro o rio
ou o seu reflexo nas janelas espelhadas.
De um lado
os barcos ancorados, do outro lado:
barcos — na imediata memória das âncoras.
Deste lado, o porto, ou o cais,
contracenando com a sua própria inexistência
daquele lado.
Existirá aquele rio nos espelhos?
Poderá este subsistir sem as janelas?
Sou dourada como os peixes que te
desabitaram. E, do outro lado, sou
desabitada.
Filipa Leal
Talvez os Lírios Compreendam, Porto: Cadernos do Campo Alegre / 8, 2004
Filipa Leal (Oporto, 1979) es una de las voces más novedosas e interesantes de la poesía portuguesa más contemporánea. La poesía de Filipa Leal es luminosa y representa un gesto de liberación individual constantemente a la deriva. Las ciudades de sus poemas están extrañamente “presas en las palabras” y emerge un sujeto que se confunde con la propia ruta que va construyendo. Una especie de geopoética de una claridad absoluta.
Douro
Não sei se prefiro o rio
ou o seu reflexo nas janelas espelhadas.
De um lado
os barcos ancorados, do outro lado:
barcos — na imediata memória das âncoras.
Deste lado, o porto, ou o cais,
contracenando com a sua própria inexistência
daquele lado.
Existirá aquele rio nos espelhos?
Poderá este subsistir sem as janelas?
Sou dourada como os peixes que te
desabitaram. E, do outro lado, sou
desabitada.
Filipa Leal
Talvez os Lírios Compreendam, Porto: Cadernos do Campo Alegre / 8, 2004
DUERO
No sé si prefiero el río
o su reflejo en las ventanas pulidas.
De un lado
los barcos anclados, del otro lado:
barcos-en la inmedita memoria de las anclas.
De este el lado el puerto, o el muelle
oponiéndose a su propia inexistencia
de aquel lado.
¿Existirá aquel río en los espejos?
¿Podrá éste subsistir sin las ventanas?
Soy dorada como los peces que te
deshabitaron. Y, del otro lado, soy
deshabitada.
Traducción de Verónica Aranda
viernes, 15 de abril de 2011
El viaje de Fatena Al Gurra
Tuve la fortuna de seguir “el viaje de Fatena”, anunciado desde la proa de los Gavieros, en sus dos últimas etapas: Córdoba y Madrid. En el patio de la posada del potro, un caluroso mediodía de abril, Fatena Al Gurra, exiliada palestina, poeta con mayúsculas, mujer elegante y vital, parecía la mismísima reencarnación de Wallada. Era parte de la ciudad, nos embriagaba, a partes iguales, el aroma a azahar y sus versos que dibujaban palmerales, la luz del Mediterráneo, donde se podía palpar la menta, el trigo, los granos de café recién molidos, las mujeres de uva o de almendra. Sabores, sol, sensualidad. Un trazado de verso que empieza en el cuerpo para llegar al alma, a la identidad, para despertar preguntas, para despertarnos del letargo. Cada palabra en sus labios cobraba vida y movimiento. Volvía a sonar en Córdoba con intensidad la lengua de los Omeyas. Fatena era la Palabra encarnada, la Belleza que aflora en cada sílaba, en cada gesto, en cada modulación. La rama que fructifica en belleza, como diría Wallada, la Omeya.
Soy hija de marinos que bogan por las costas.
Soy hija de la ola y la memoria.
La última que quedó de aquéllos a los que Sansón cediera su cabello,
sacudido como una joven virgen,
la última descendiente del fresco y antiguo feminismo.
Abro los brazos y comienza a girar el cosmos en sus once direcciones.
Sonrío y me gotea miel desde los vírgenes labios juguetones.
Camino y la tierra pierde su equilibrio,
cuando mi risa cascabelea se escuchan timbres de seísmos.
Volcanes sacuden el sistema de los siete estratos.
Soy hija de la virtud y el ocio
hija de la pureza y del vicio
hija de la negrura y la blancura
según mi dedo las estrellas distinguen los límites de su primera ubicación.
Y si cierro los ojos
hay eclipse de sol hasta que vuelvo a abrirlos y sumergen al mundo en rayos
de color algarrobo.
Si me recojo el pelo
vibra el cosmos devoto, agradecido.
Soy el hoy y el mañana
Su Majestad, coronada en el trono espacial,
si miro de reojo los campos se convierten en trigo y sol verde
y entonces soy el trigo y el sol verde
la primera cosecha
y la última.
Fatena Al Gurra
De Ardo, Excepto yo, (traducción de Rosa Martinez-Lillo), El Gaviero Ediciones, 2010.
sábado, 2 de abril de 2011
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