Con Zurelys en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, La Habana
(Feria del Libro, 2015)
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El cazador
(Feria del Libro, 2015)
Vuelvo
feliz de La Habana y con la maleta llena de libros, revistas y otros
tesoros. Iré colgando poemas y haikus de
poetas cubanos que he ido descubriendo durante la Feria del libro y el
Encuentro de jóvenes escritores iberoamericanos. Ha sido una gran experiencia participar y
sumergirme en la vida cultural cubana.
Empiezo
con Zurelys López Amaya, una de las voces más genuinas de la literatura cubana
actual; mi hermana en la poesía. Este año publicaremos a cuatro manos un poemario
en Colombia, con ediciones Corazón de mango. Estos textos son bastante
representativos de su poética, que sigue una línea filosófica, existencial con interesantes
reminiscencias pessoanas y orientales:
¡Gracias por estos días!
ZURELYS LÓPEZ AMAYA (La Habana, 1967)
El viaje es apenas un movimiento
El viaje es apenas un movimiento
Voy hacia el tren que disipa mi círculo. El círculo es
marcado por el hábito de no salir hacia el exterior, hacia luces diferentes que
mueven el cuerpo. Es difícil conformarse, guardar el deseo, el tiempo que
llevamos en la orilla donde el ave deja sus huevos y emigra en retorno
incesante. Casi nunca salgo de la
Habana. Me sumerjo entre caracoles dispersos que respiran la
sal de cada día, como pez que mira temeroso el símbolo distante. Aparto el
frágil discurso. Extraño la isla con sus muros y ciénagas. Ellos soportan la
huella del caminante y del animal. No sueño despierta sobre la isla. Salgo
hacia la ventana y miro la Plaza
de siempre con su brillo empinado. Miro el infinito de los hombres. Recorro sus
costas con la ternura del que llora y cree en el mañana. Pienso en el color de
mi sangre, inmersa y repetida por los años, revolviéndose en mi cuello hasta
sentir que no se zafa uno de la isla, que no abandonamos la bandera por los
sueños de conocer el mundo. La isla es el sueño marcado del que añora.
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Navegación
el sueño es ver
las cosas invisibles...
Fernando Pessoa
Los puertos son
las huellas del caminante que sostiene su esfera. Nada puede cambiar los ojos
hacia el puerto. Él mira hacia los barcos con banderas diferentes. Mira el
puerto con la tristeza de un caminante. Un niño lo observa detenido en el aire.
El hombre mira hacia el vacío. El niño mira a los barcos con banderas
diferentes.
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El cazador
Mi
sueño es un sueño tímido.
Hay
un arco con flecha escondiéndose del árbol,
del
venado libre que mueve su esqueleto para no morir.
Venado
y yo salimos a conocer el bosque
transitado
por arqueros mediocres que desean su carne.
El
rey y su riqueza juntan balas para matar elefantes.
Yo
no diría rey herido y solo,
inmerso
en su juego de matar.
Diría
animal sin principios,
hombre-
animal que juega a la muerte sin prisa.
Mi
sueño es un sueño tímido,
cansado
de mirar reyes que matan elefantes.
Prefiero
descubrir un ave encerrada en el castillo del rey
que
un elefante muerto por el hombre.
La
vida sigue su curso,
los
reyes disfrutan la muerte de alguien que lanza agua con su trompa
para
alegrar a sus crías.
No
diría rey herido y solo,
inmerso
en su juego de matar.
Diría
animal sin principios,
diría
palacio de reyes con alfombras y cabezas de toro,
diría
dinero malgastado que no cubre el hambre del hambriento.
No
gastaría el dinero en matar elefantes para satisfacer un hambre.
Una
cosa es dibujar a una boa comiéndose a un elefante
y
trasmitir el mensaje de la supervivencia
y
otra convertirla en tierra y ceniza.
Exúperi
y su príncipe tuvieron un amigo en común.
(Poema publicado en el nº 8
de la Revista Aúrea, diciembre de 2014)
©
Zurelys López Amaya